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miércoles, 5 de noviembre de 2008

¡Feliz Navidad!

¿Cómo que no es navidad? Que sí. Que lo he visto.
Ayer tuve la tarde casi libre y me dediqué a deambular por las calles comerciales de mi ciudad, sin rumbo, sin prisa, sin nada que comprar. Aparte de echar la primitiva no tenía nada que hacer, por lo que miré escaparates (lo que hace el aburrimiento).
Vi adornos de navidad, belenes, velitas, cintitas, bolitas, anuncios de lotería (de navidad, claro), ofertas de cava y champagne, las jugueterías repletas de futuros regalos de Papá Noel o de SS.MM. los Reyes Magos de Oriente.
Además hacía frío y en la plaza se vendían castañas asadas. Y vi un buen montón de mendigos desaseados, quejumbrosos, arrodillados, rogando una ayuda con acento extranjero (casi todo mujeres). Nadie paraba, nadie echaba una moneda. Entonces me dije: ¡ya está, es navidad!

Me paré en una zapatería a mirar los zapatos. No necesito ninguno. Es más, no me gusta llevar zapatos, pero los miré. Había gente, mucha gente y eso que era un día de diario.
Caminé sin prisa. Eché la primitiva. Pasé de largo cuando vi aquella mujer pidiendo limosna, imbuido en el espíritu navideño. Sólo echaba en falta las luces que engalanan nuestras calles. ¿A qué esperamos para ponerlas? Vamos, que ya es navidad.
Entré en un par de tiendas, a preguntar. Está todo un poco caro. Tampoco oigo villancicos a todo trapo en las tiendas de regalos. Se tienen que haber olvidado, o a lo mejor algún vecino se ha quejado del volumen.

Como estaba poseído por el espíritu navideño y me aburría, entré en una macro-librería (uy, un pareado). Me gusta cómo huele en las librerías, deambular entre libros y observar a la gente leyendo furtivas frases de novelas que no va a comprar. Me paré en medio de los estantes y revisé los rótulos. No tardé en encontrar la zona de género fantástico. Vi muchas cosas apetecibles. Me compraría todo. Pero ultimamente he adquirido muchas novelas y... qué coño, como es navidad me hice un regalo:



Volví al parking silbando el jingle bells o el hell bells o un villancico de esos.
Y además, cuando llegué a casa empecé el turrón. ¿Ves como sí es navidad?

¡Feliz navidad y próspero año nuevo!

6 comentarios:

François de Fronsac dijo...

Lo bueno de la navidad es lo que ayuda al cambio climático. ¡Por fin una estación del año, y una fiesta, que mira por que se produzca de una vez el cambio climático! Que enciendan todas las luces, que todas las centrales térmicas trabajen a 200%, que lo contaminemos todo todo todo en unos días, que no es necesario esperar hasta el 2030.
¡¡Por fín es Navidad!!

Esteban González García dijo...

Uy, no pidas mucho por el cambio climático, que si se deshacen los polos, el agua tapa Murcia. ¿Sabes nadar?
En realidad esta entrada es la excusa más larga que he inventado nunca para comprar un libro que no iba a comprar de momento... ;)

José Angel Muriel dijo...

Cada vez empieza antes, ¿eh? El mercado manda.

Juan Patricio Peñalver dijo...

¡Feliz Navidad! jeje... Muy bueno. Yo no tengo tiempo de aburrirme, ni por tanto de pasear por establecimientos comerciales, pero empiezo a notar en el ambiente ese avance del afán consumista navideño. Lo mismo este fin de semana compro el roscón de Reyes... por si acaso se agotan, jeje. Saludos.

Emile dijo...

Un blog muy interesante. Voy a bucear por el feed y volver seguido.

Acá en Buenos Aires también es Navidad. ¿Será que los comerciantes temen un colapso económico de regalo de fin de año, y quieren que gastemos ahora que nos queda algo en los bolsillos?
Saludos.

Esteban González García dijo...

Hola Emile, bienvenida a la posada
;)