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martes, 6 de octubre de 2009

Tierra de galgos

Leo en el periódico de ayer esta noticia sobre el "VI Concurso Morfológico de la Raza Canina del Galgo Español" y no puedo evitar sonreirme a mí mismo.

La noticia en sí es excelente, me parece estupendo que se organicen este tipo de certámenes y que los animosos criadores participen. Y me parece también estupendo que gane un ejemplar de mi comunidad, comunidad galguera por excelencia (la tierra de campos es tierra de galgos). Me encanta ver cómo hay gente que cuida y trabaja en pro de una afición y de una raza noble venida a menos: el flaco y estilizado galgo.

Esta raza de perro no me parce muy atractiva como ejemplar de compañía, además de que suelen ser bastante tontainas con las personas y bastante agresivos con otros perros (o al menos esa es mi experiencia). Pero el que no ha visto correr un galgo detrás de una liebre no sabe lo que es la velocidad.

Ese campo ondulado recién sembrado, probablemente húmedo, sin un árbol en cientos de metros a la redonda. Esa liebre que de repente salta de entre las patas del perro... esa carrera. La liebre no es más rápida que el perro casi nunca, pero sí es más ágil y cambia de dirección más rápidamente. Muchas veces el perro se rinde, por cansancio, y la liebre escapa a otra cama. Pero el espectáculo ha merecido la pena y ha sido emocionante. Eso es cazar. Mano a mano.


Los que gustamos de pasear por el campo encontramos alguna vez otro tipo de espectáculo que tampoco tiene comparación. Es un cuadro bochornoso, aborrecible, cruel e inhumano. Suele aparcer en muchos pinares de esa misma tierra de campos-tierra de galgos. Al finalizar la temporada de caza galguera, muchos ejemplares son desechados y brutalmente asesinados, ahorcados en cualquier rama, con una cuerda de esparto que les corta el cuello y les deja agonizando durante días.

Son las contradicciones de esta Castilla que permanece anclada entre el pasado y el presente, que se niega a avanzar con los tiempos, que prefiere ser punto de partida y no destino final.

Cuando miro a mi Pancho, después de haberse escapado a rondar la puerta de alguna perrita en celo, y le voy a dar una buena tunda por putero y cabronazo (y por haberme tenido dos horas corriendo de acá para allá desesperado), entonces me mira con esos ojazos y me desarma. ¿Quién puede ser el desalmado que ahorque un perro y le deje allí agonizante?

Pobres galgos, nunca corren más que sus amos.

2 comentarios:

Martikka dijo...

Pues sí, pobres galgos...Nunca he entendido que el cazador se desprenda así de quien le dio compañía y buien servicio. Ayer oía en la radio alguien que decía que Castilla es la España Profunda (con lo que ello conlleva) y quizás sea así. Tal vez sea hora de que empiece a evolucionar, y un pueblo no evoluciona si trata así a los animales (aunque esto se puede aplicar a toda España, claro, con sus tradiciones toreras y tiradoras de cabras campanario abajo, por ejemplo.)

¡Saludos!

Esteban González García dijo...

Realmente de quien se desprenden es de los más viejos o de los que no han "corrido lo suficiente" y no valen. Una pena, sí.
La España profunda está en todas partes, no solo en Castilla. Yo veo lo de aquí porque vivo aquí. Pero aún hay muchos años de retraso en toda España...