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sábado, 6 de marzo de 2010

A la perrera tenías que ir tú


Que el ser humano se comporta como un auténtico energúmeno no es algo nuevo. Somos la peor de las alimañas y lo peor de todo es que lo hacemos a sabiendas de lo que hacemos.

Hay muchos ejemplos de la ayuda, fidelidad y entrega de muchos perros, como la historia de Turco, que leí hace poco. Y todo aquel que tenga o haya tenido perro sabe que aunque le hagas la mayor de las putadas o le pegues patadas, tu perro te es leal y espera una palabra amable tuya como la mayor de las recompensas. Da igual que te olvides de su comida, de su paseo, de su ejercicio, de sus necesidades de afecto, da igual. Él siempre está allí.

Ellos nos hacen compañía, nos ayudan en muchos trabajos, nos ayudan en rescates de víctimas de catástrofes, nos sirven de guía si somos ciegos... a cambio les apaleamos, les abandonamos en una gasolinera o les llevamos a una perrera después de toda una vida a nuestro servicio como perro-guía solo porque tienen una enfermedad leve y fácilmente tratable.

Somos así de hijos de puta.

Es un caso algo antiguo, y aunque no suelo hacerme eco de este tipo de noticias, en ocasiones me indigna el comportamiento animal de algunos humanos.

1 comentario:

M. dijo...

Muy bien titulado, sí, señor;-) ¡A la perrera los que se comportan como animales de dos patas! Si es que... Tantos años de evolución, ¿para qué?

M.