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sábado, 16 de abril de 2011

Todo un reto

En algunas ocasiones ya no sé qué hacer. Probablemente sea por una pobre formación pedagógica. O tal vez por una diferencia generacional irremediable. Y seguro que también hay que añadir diferencias (barreras) culturales y lingüísticas. Lo confieso, a veces estoy a punto de arrojar la toalla.

Cuando algún mozalbete, pre-preadolescente, de los de pantalón caído y calzoncillo a la vista, me dice que él no lee porque no le gusta, que no necesita saber calcular (aproximadamente) cuanto es el 15% de 40€, que le da igual todo y que ya no va a hacer nada porque le voy a suspender (yo y todos los demás profes, que le tenemos manía), que él no apunta los deberes porque se va a acordar, que él sigue haciendo así el ejercicio porque se le pone ahí (aunque le diga que está mal planteado), cuando todo eso pasa, me dan ganas de machacar la mesa con su dura cocorota.
Hasta que reviente la mesa, porque esas cabezotas son más duras que el granito.

"El arquitecto Antonio Gaudí es el creador del Parque Güell en Barcelona".

¿Cómo hacer ver a un capullín de esos que si no es capaz de decirme una obra de Antonio Gaudí tras leer la frase anterior (y solo esa frase) es porque aunque sabe juntar la P con la A: PA, no entiende un pijo de lo que lee?

¿Cómo hacer entender que saber calcular un % puede ahorrarte algunos euros de tu propio bolsillo al saber si te están cobrando bien o se están equivocando (incluso a propósito)?
"No, profe, las cajeras del super ya lo saben hacer. Y si no, total, solo son unos pocos euros."

¿Cómo hacer ver a estas alturas de curso que sin una libreta para apuntar los deberes es prácticamente imposible que se acuerde de hacer los deberes (como el 99% de las veces anteriores)?
Ah, lo olvidaba, que como no entiende lo que lee, da igual que lo apunte. Y como tampoco controla los % no sabe si ha hecho los deberes muchos o pocos días...

"Profe, profe, ¿puedo coger un martillo? No. Anda, profe, déjame. No, los tornillos de meten con un destornillador, no con un martillo. Ya lo sé, profe... ¿me dejas el martillo? Grrrrrrrrrrrrrrr... Vale, profe, vale, lo hago con un destornillador."

Esos y muchos momentos son absolutamente descorazonadores.
Pero siempre vuelvo a la carga.
A burro no me ganan ni esos capullos exhibicionistas de calzoncillos.
El próximo trimestre me voy a subir los gayumbos del Carrefur hasta los sobaquillos y os vais a enterar...
Será eso, o que en el fondo me gusta. También hay momentos buenos.

"¿Profe, puedo usar yo el taladro?"

2 comentarios:

Pableras dijo...

Ánimo con esos pequeños diablos... si continúan si pasar por el aro, tendrás que ponerles a fregar jarras en la posada para que vean lo que vale un peine.

Saludetes!

Rql dijo...

Jajajaja!!! ¡¡Qué bonita es la profesión del educador!!
¿No te dan ganas de preparar una carnicería con el martillo y el taladro? Supongo que esa es la diferencia entre tú y otros profes, no?? a otros todo eso les daría igual, lo mismo da un destornillador que un martillo...
¡¡Ánimo, lo estás haciendo bien!!

Besos:

Rql