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miércoles, 4 de marzo de 2009

Flores para el "noruego perdido"


Se bajó en el apeadero equivocado. Desorientado por la niebla y la noche, vio como se alejaba traqueteando el moderno ferrocarril, sin maletas, sin saber dónde se encontraba. Fue hace cincuenta años.

Era un mocetón del norte de europa, alto, fornido y no hablaba ni una palabra de castellano. Estaba perdido en medio de la España de hace cincuenta años, en un pueblecito llamado Fresno el Viejo, aunque él nunca llegó a saber el nombre.

Sin equipaje, nervioso y asustado, se dirigió al Jefe de Estación. Tenía que recuperar sus pertenencias, camino ya de Medina del Campo. La conversación con el encargado no sirvió de mucho. El uno sólo hablaba castellano y el otro ni lo entendía ni lo hablaba.
El volumen fue subiendo, junto con los nervios y la frustración. El noruego, pues el extranjero era noruego, golpeaba la mesa del Jefe. Nadie le entendía, nadie podía responder sus preguntas, nadie le encontraría sus maletas.
Alguien pensó en llamar a un paisano que hablaba algún idioma, para ver si era posible entender al tipo raro ese, pero no llegó a tiempo. Comenzaron los gritos, la rabia fruto de la impotencia. El Jefe consiguió encerrar en la sala al noruego y llamó a la Guardia Civil.

Cuando los guardias llegaron, el noruego estaba fuera de sí, perdido, nervioso, incomunicado, retenido y frente a dos uniformados y armados policías.
Hubo empujones, siguió la discusión y se procedió a colocar al extranjero contra la pared. El noruego, alto, fuerte, rubio, cabreado y excitado se llevó las manos a la espalda, en un gesto que los guardias comprendieron como amenazante. ¡Un arma, va a sacar un arma!
El noruego cayó abatido por los disparos de la Guardia Civil. El alto, perdido, frustrado y desarmado noruego cayó al suelo herido de muerte. No duró mucho. Había tomado el último tren.
Nadie reclamó al noruego perdido, así que yace cerca del apeadero que le condujo al fin de sus días. Pero ningún año faltan flores para el noruego desconocido. Nadie sabe quién las envía, es un misterio que dura ya cincuenta años. Tal vez agún arrepentido...

La noticia en El Mundo.

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